« NUESTRA TIERRA »

«La viña crecerá cada campaña en nuestra tierra, como si de una edificación antigua se tratara, como un templo clásico, cuyo origen se fundamenta en una cuidada selección de las variedades y clones implantados»

Nuestra construcción especial comienza con raices firmes, capaces de penetrar la tierra como pilastrones para proporcionar soporte, longevidad y seguridad al resto de sus elementos, aquellos que se elevarán sobre la tierra.

LA AMABILIDAD DEL ENTORNO

Bodegas QEZ está anclada en tierras en altura, cuenta con una altitud media de 900 m. y está situada en medio del emblemático Campo de Montiel, en la Finca El Espinillo, que se encuentra rodeada por majestuosos árboles de Sabina, árbol que conoce bien las cualidades climáticas en estas latitudes.

La bodega goza de ese clima que nos ofrece las condiciones perfectas para un inmejorable desarrollo del viñedo.

ALMA Y CUERPO

Nuestro Terroir, con suelo franco-arcilloso y con unas condiciones muy especiales, es capaz de suavizar las temperaturas más extremas y proveer de protección a las Vides, desde la Raíz.

Sobre esta base, la Cepa, que es el apoyo que soporta toda la fuerza que recibe del resto de elementos constructivos. Como un fuste barroco de madera, con formas tan robustas como aleatorias, y tan bellas como naturales, crece la columna principal de este templo para la uva.

La honestidad de la naturaleza diseña el camino que ha de seguir aquel que quiera escuchar, quien esté dispuesto a sentir, ese que desee aprender y acompañar un entorno tan capaz de ofrecer grandes frutos.

LAS FORMAS

En nuestro siguiente capítulo de obra, y aprovechando el emparrado, la mano del hombre se emplea a fondo para proteger el diseño planficado, manejando el tamaño de la vid que nos permite darle forma mientras se apodera del espacio.

Como capiteles ocupan ese espacio los sarmientos, los nuevos elementos arquitectónicos de los que brotarán las hojas y los racimos.

Los zarcillos añaden fuerza a la obra para seguir trepando y se harán firmes con las estructuras.

La fruta, con su forma esférica y su color, es el remate nal, la decoración en este templo. Ellas eligen a su antojo la paleta de colores para lucir nuestra composición e indicarnos con una señal precisa cuando está preparado su mosto.

Un ciclo que se repite añada tras añada y que nos concede su permiso para incorporar lo aprendido, dejando que la aleatoriedad de lo natural nos sorprenda una vez más con resultados muy bellos.

UNA GRAN OBRA

En su completo equilibrio de elementos arquitectónicos, la viña construye con madera, agua, tierra y sol el fruto que cambiará su forma en la bodega para entregarnos el vino.

Juan Vázquez ha querido, con este proyecto, transmitir el respeto máximo por la tierra y la viticultura, incorporando lo aprendido en cada mueva campaña mientras observa como la aleatoriedad de lo natural completa su obra con resultados tan inesperados como capaces de conservar un sabor único que es la identidad de su chardonnay.

QEZ, Arquitectura del vino